El empleo de conchas tiene en México raíces que se remontan al período prehispánico. Estos materiales fueron objeto de ofrenda y de muy diversos ornatos desde épocas inmemorables.
Con una gran diversidad de conchas y caracoles, los habitantes de nuestras costas, particularmente los que viven en los principales puertos, hacen infinidad de objetos de muy dudosa calidad estética; el número de personas dedicadas a esta actividad es significativo, aunque este tipo de productos no se consideran como representativos del arte popular, colocándose en la categoría de “trabajos manuales”; en cambio, el aprovechamiento que de la concha abulón hacen los humildes artesanos del barrio del Nith, en Ixmiquilpan, Hidalgo, que emplean a esa especie marina para incrustar instrumentos musicales miniaturizados, pequeñas cajas y muy esporádicamente mesas de regular tamaño, es un trabajo artesanal considerado como una de las mejores y más finas expresiones del arte popular mexicano.