La Barranca de Urique es la más profunda de las barrancas de la Sierra Tarahumara, y la más conocida gracias a que es sencillo llegar hasta ella viajando por el Ferrocarril Chihuahua al Pacífico.
La Barranca del Cobre, ubicada en la parte alta del recorrido del río Urique, toma el nombre de éste a partir del punto en que se une con la Barranca de Tararecua. Esta gran depresión alcanza su mayor profundidad (1,879 m) en un lugar situado a 10 km al sur del poblado de Urique. Sus miradores rodeados de pinos y encinos se encuentran a 2,370 msnm, en tanto que en el fondo del cañón, el río Urique corre a los 500 msnm rodeado de una vegetación semitropical.
CÓMO LLEGAR:
La entrada por carretera a la región de las barrancas del Cobre-Urique es por la hermosa comunidad de Creel, población considerada como la puerta de la Sierra Tarahumara. La primera zona de miradores, a 50 km de Creel, se encuentra la estación ferroviaria llamada Divisadero y su vecina comunidad de Areponápuchi, a donde se puede llegar por carretera pavimentada.
Otra zona de miradores está en las cercanías del pequeño poblado de Cerocahui, lugar al que con seguridad sólo es posible arribar por tren, ya que los 60 km de terracería que lo separan de Creel no siempre está en buenas condiciones. Creel, Divisadero, Areponápuchi, Cusárare y Cerocahui son las poblaciones que cuentan con la mejor infraestructura de toda la Sierra Tarahumara. De la ciudad de Chihuahua salen los servicios regulares de autobús y en tren con destino a Creel y Divisadero.
Creel es una comunidad de 7,000 habitantes, en ella encontraremos todo tipo de establecimientos y servicios: bancos, teléfonos públicos, correo, telégrafo, expendios de gasolina, talleres mecánicos, hoteles, restaurantes y tiendas. En el centro del poblado está la Casa de las Artesanías, institución del Gobierno del Estado para fomentar las artesanías de la región, especialmente las tarahumaras. Cuenta con una rica exposición permanente de estos productos, así como con un bien montado museo sobre la cultura tarahumara.
MIRADORES:
Junto con las Barrancas de Sinforosa, la del Cobre y de Uriquepresentan como ya se mencionó, los miradores más profundos de la Tarahumara. Los más espectaculares son el de la Mesa de Arturo y delCerro del Gallo, en las cercanías de Cerocahui, los cuales ofrecen la panorámica más impresionante de la Barranca de Urique.
Desde Cerocahui y pasando por los miradores desciende un camino de terracería que llega al fondo de la barranca y hasta al antiguo pueblo minero de Urique. Hacer el recorrido por la sierra a través de este camino lleno de curvas y descensos es impactante pues sus abismales miradores y desfiladeros imponen a la escala humana la magnificiencia de la naturaleza. En poco más de una hora se desciende hasta un desnivel de casi 1,400 metros, bajando de un ambiente templado hasta uno tropical.
La Barranca del Cobre tiene su mejor mirador en las cercanías del exclusivo hotel de Tejabán. En el sendero turístico que desciende desde Areponápuchi hasta el río Urique se hallan algunos miradores fuera de serie, para poder conocerlos mejor y disfrutarlos plenamente, lo ideal es conseguir la compañía de un guía de la región. Son cautivantes también los de Recowata y Rukíraso, ambos en la Barranca de Tararecua y a ellos puede llegarse desde Creel.
MANANTIALES DE AGUAS TERMALES
En esta región y en la Barranca de Huápoca, tenemos los más bellos manantiales termales. A Recowata, en lo profundo de la Barranca de Tararecua se va desde Creel. En la misma barranca, aunque con mayores dificultades de acceso se encuentra el manantial Ekalí-Iné con tres grandes surgideros.
En la Barranca de Urique, bajando por la vereda de Areponápuchi, se encuentran dos de los más bellos manantiales termales mayormente conocidos: el de la Huerta y el del fondo de la barranca, ambos valen la pena visitar, ya que son un deleite después del brusco desde Areponápuchi.
En el río de Cusárare, mucho más abajo de la cascada se encuentra el manantial de Basirécota, muy renombrado entre los tarahumaras por sus propiedades curativas y aunque la temperatura de sus aguas es alta (más de 50 grados centígrados) es posible bañarse en ellas gracias a que se mezclan con las del río Cusárare.
CASCADAS
En la comunidad tarahumara del poblado de Cusárare se encuentra la cascada del mismo nombre que es, después de la de Basaseachi, la más visitada en toda la Sierra Tarahumara. Su caída es de 30 metros y se llega a ella después de una breve caminata de 30 minutos por un hermoso sendero muy acondicionado que tienen a su cuidado los habitantes tarahumaras de Cusárare.
A escasos 10 km de Creel, en la entrada a la Barranca de Tararecua se localiza la de Rukíraso, esta hermosa cascada es muy poco conocida. Ir hasta ella en vehículo es fácil, pero si decide hacer el camino a pie o en bicicleta no se arrepentirá. A caballo puede transitarse el trayecto a la cascada de Yepáravo en Cerocahui y a su vecina Sisoguichi en “El Salto”.
CUEVAS
En esta región de las barrancas del Cobre-Urique abundan cavidades naturales de gran tamaño. Hábitat de los tarahumaras desde tiempo inmemorial, son también refugio para su ganado y almacén de forraje. Algunas de ellas están consideradas como sitios sagrados y ceremoniales donde aún se llevan a cabo ritos y fiestas. Asimismo, son última morada de sus restos mortales.
La Cueva de Sebastián, habitada por el tarahumara Sebastián Batista, de la comunidad de San Igancio de Arareko, es una de las pocas cavidades habitadas que los tarahumaras permiten visitar y está a 2 km de Creel.
En Sisoguichi las cuevas de Chomachi son famosas por su longitud y por sus vestigios arqueológicos. Tienen construcciones en su interior y una serie de galerías que aún no han sido exploradas.
ARROYOS Y RÍOS
De los cuerpos de agua de la región destaca el río Urique, que corre por el fondo de las barrancas, explorarlo se requiere de muy buena condición física y experiencia, pero internarse en este salvaje territorio es una vivencia fascinante. Cruzar la distancia entre Puente de Umirá y el Divisadero, que es la porción más imponente de las barrancas, requiere una semana de viaje. En el lluvioso verano el recorrido se puede hacer en una balsa.
Otras corrientes que vale la pena visitar, pero que también suponen un camino de varios días y experiencia, son las de los ríos de Cusárare y Barranca de Tararecua, ambos se unen a la Barranca del Cobre. Especial es el recorrido del río de Bocoyna, singular por su extraordinario y agreste paisaje y nacimiento del río Conchos, único río serrano que desemboca en el Golfo de México.
FORMACIONES DE PIEDRA
Las curiosas peñas rocosas de todos tamaños y formas son un reto y una invitación para la imaginación, perfiles de animales, personas y objetos pueden aparecer ante los ojos de quién esté dispuesto a jugar con el paisaje. En San Ignacio de Arareko, pegada a Creel, se sitúa el erizado valle de Bisabírachi con sus peñas rocosas de gran altura, puntiagudas como agujas de piedra. Es un sitio de enorme atractivo y muy agradable para acampar, aunque no cuenta con servicios. A Bisabírachi también se le conoce como valle de los Dioses o de los Monjes.
Hacia el centro de la comunidad de San Ignacio de Arareko está el valle de los Hongos, llamado así porque en él existen peñas con esta forma. En el mismo valle hay otros sitios con diversas formas de piedra que reciben el nombre según sea el parecido más popular: valles de las Ranas y de las Chichis.
PINTURAS RUPESTRES
En las cercanías de San Ignacio de Arareko y dentro de un pequeño abrigo rocoso, se encuentran las pinturas rupestres de Chomachi que, realizadas en la época colonial, ilustran la presencia de los misioneros.
También en la cascada de Rukíraso así como en el trayecto de descenso al manatial de Recowata, dentro de un amplio abrigo rocoso, existen muestras de este antiguo arte pictórico.
LAGO DE ARAREKO
A 7 km de Creel, tomando la carretera, se encuentra el lago que es en realidad una presa y cubre una superficie de 40 hectáreas. Es un lugar de especial encanto, rodeado de bosque, en el que se respira una gran tranquilidad y paz, cuenta con sitios para acampar, un albergue y una cabaña de lujo para 16 personas. También con un embarcadero donde es posible rentar pequeñas embarcaciones.
MISIONES
El establecimiento de la cultura occidental en la Tarahumara se inició con la llegada de los jesuitas, quienes fundaron numerosas misiones desde su arribo en el siglo XVII y hasta el XVIII. Las misiones marcaron el establecimiento de la mayoría de las poblaciones, así como el desarrollo posterior de la Sierra Tarahumara. El proyecto del turismo cultural del Gobierno del Estado ofrece recorridos históricos y culturales que incluyen los principales centros misionales e iglesias antiguas. Las misiones jesuitas dentro del área de las Barrancas del Cobre-Urique, la población en que se encuentran y el año de su fundación son las siguientes: Dulce Nombre de María de Sisoguichi (Sisoguichi, 1676); Los Santos Cinco Señores de Cusárare (Cusárare, 1752); San Francisco Javier de Cerocahui (Cerocahui, 1680); Los Santos Mártires del Japón de Cuiteco (Cuiteco, 1684); Bocoyna; San Ignacio de Arareko (1905); Samachique; Guaguachique y San Luis Rey de Francia de Guagueyvo (Guagueyvo, 1718).
RECORRIDOS A PIE
Para quienes gustan de la caminata, las Barrancas del Cobre-Uriqueserán una de las más excitantes experiencias que ofrece la sierra. La parte más profunda y abrupta de las barrancas cubre una longitud de 60 a 70 km del río Urique, y su recorrido puede llevar entre 10 y 12 días.
Otros recorridos son el descenso de la vereda turística de Areponápuchi hasta el río Urique, el cual se recomienda hacer en dos días, acampando en el fondo de la barranca de Urique. O si prefiere, puede cruzar la barranca hasta ascender a los pueblos de Machi o a Guagueyvo, en una travesía de tres días.
El trayecto de la Barranca de Tararecua hasta su unión con la del Cobre, saliendo por el Divisadero o Areponápuchi, lleva cuatro días y puede incluir la cascada de Rukíraso, los manantiales termales de Recowata y Ecalí-Iné y el nacimiento de la Barranca de Urique.
FIESTAS TARAHUMARAS
En las comunidades tarahumaras que están en la región se celebran fiestas y tradiciones, siendo las más importantes las de Semana Santa, Virgen de Guadalupe y las fiestas patronales. Tienen fama las de San Ignacio de Arareko, Cusárare, Basíhuare, Sisoguichi y Samachique.