Historia de la Delegación Benito Juárez, Ciudad de México
Localizada en el centro geográfico de la Ciudad de México, se caracteriza por ser una de las zonas más desrrolladas del Distrito Federal. Cuenta con una sólida infraestructura de servicios públicos y está intercomunicada por importantes arterias como Avenida Revolución, Insurgentes, Cuauhtémoc, División del Norte, Universidad, Eje Central Lázaro Cárdenas y Tlalpan.
Dentro de su territorio se encuentran grandes construcciones como la torre del World Trade Center, edificada en el predio donde se localizaba el antiguo Parque de la Lama, que también alberga el Polyforum Cultural Siqueiros. Destaca la torre donde se ubican las oficinas de la Compañía Mexicana de Aviación y el edificio de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, con sus vistosos murales realizados por Juan O’Gorman y José Chávez Morado. Sobresalen la Alberca Olímpica y el Gimnasio Juan de la Barrera, inaugurados en 1968 en el marco de los XIX Juegos Olímpicos, así como el Teatro de los Insurgentes y el Centro Financiero Bancomer. Este equipamiento urbano se complementa con 16 mercados públicos, 30 cines, 10 teatros, 6 bibliotecas, 14 casas de la cultura, 4 centros de desarrollo social, 5 deportivos, la Casa Museo Benita Galeana en la colonia Portales y el Estadio Azul de futbol en la Colonia Nochebuena. Junto a éste, y como parte de un proyecto nunca concluido que se llamaría Ciudad de los Deportes, se edificó en 1946 la Plaza de Toros más grande del mundo, la México, inaugurada por los toreros Manuel Rodríguez “Manolete”, Luis Procuna y Luis Castro “El Soldado”.
En varias de las 56 colonias que conforman esta demarcación todavía es posible vivir sin prisa y respirar tranquilidad. Pueden admirarse algunas construcciones coloniales y pasear por las añejas plazuelas o por los senderos del Parque de los Venados o el Parque Hundido.
Entre los pueblos originarios que quedaron dentro del perímetro de la demarcación se encuentran Mixcoac, Ticumac, Xoco, Atoyac, Actipan, Tlacoquemécatl, Zacahuitzco, Ahuehuetlán, Acachinaco y Coloco. Deben mencionarse los barrios de Nonohualco y Huitzitlán. En el pasado, una parte de la zona estaba cubierta por las aguas saladas del lago de Texcoco. Hacia el norte de los pueblos prehispánicos circulaban canoas por una red de canales. De estos antiguos pueblos y barrios prehispánicos o coloniales surgieron las colonias Xoco, Actipan, Santa Cruz Atoyac, La Piedad, San Pedro de los Pinos, Tlacoquemécatl y Mixcoac. En fecha más reciente se establecieron Insurgentes Mixcoac, Nápoles, Letrán Valle, Narvarte, Portales, Unión Postal y Del Valle.
Las primeras construcciones coloniales realizadas en el área fueron las iglesias franciscanas de Santa Cruz de Atoyac y Mixcoac. Durante el virreinato, los habitantes de la capital solían acudir a esta zona para pasear por sus huertos y campos.
En la plaza del barrio de San Juan Mixcoac vivió Valentín Gómez Farías, en una casa del siglo XVIII que ahora ocupa el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, colindante con otra donde nació el poeta Octavio Paz, único Premio Nobel de Literatura mexicano. Existe la de José Joaquín Fernández de Lizardi, donde presumiblemente escribió “El Periquillo Sarniento”, según se describe en la placa. Hacia mediados del siglo XX, laBenito Juárez se vio dividida por la construcción del Viaducto Miguel Alemán, del Anillo Periférico y de la Avenida Río Becerra y Calzada de Tlalpan.
El barrio de Xoco significa “lugar de frutas agrias” y su existencia es anterior a la llegada de los aztecas al Valle de México. Prueba de ello son las variadas piezas de cerámica, tepalcates y cuchillos de pedernal y obsidiana encontrados en esos terrenos en 1935, así como los numerosos restos humanos del montículo conocido como El Cerrito. Dentro de las tierras otorgadas a Hernán Cortés estaba el señorío de Coyoacán que incluía varios pueblos y barrios, entre los que se encontraba éste.
En el siglo XVIII se estableció la Hacienda de Xoco, que suministraba pasto a los habitantes de San Andrés de la Noria y de San Pedro para alimento del ganado. También fabricaba vino y alquilaba yuntas para la siembra de cebada y maíz. En 1908 el pueblo pasó a ser barrio de Xoco, donde se cultivaba maguey y así proliferaron los expendios de pulque, uno de los más famosos era La Fuente Embriagadora, ubicado en la calle Real del Pueblo de Xoco, propiedad del señor Gonzalo Herrera, dedicado a la fabricación de tabique. Actualmente Xoco colinda con la Avenida Popocatépetl, al sur con la Avenida Río Churubusco, al este con la Calzada México-Coyoacán y al oeste con la Avenida Universidad. En esta zona se encuentran sitios de interés como la Cineteca Nacional, el Hospital Xoco y el Instituto Mexicano de la Radio.
La Capilla de San Sebastián Mártir, edificada en 1663 se ubica en el centro del antiguo pueblo y consta de una sola planta rectangular de muros de mampostería y tezontle con techado de terrado y forro de tejamanil. Su fiesta patronal se realiza el 20 de enero, y la fiesta grande o del Santo Jubileo, el 20 de abril, que incluye juegos mecánicos, quema de diablitos y toritos y música continua de banda, marimba y mariachi.
El barrio de Actipan se convirtió en un fraccionamiento conocido como El Zacate o El Zacatito, en honor a una hacienda en este lugar en 1906. Este fraccionamiento se componía de 70 manzanas y estaba limitado al suroeste por Avenida Río Mixcoac o Valerio Trujano y al norte por un callejón que conducía al pueblo llamado en esa época Gabriel Illescas. El colegio lasallista Simón Bolívar, que todavía existe, se conocía como el de Zacatito.
Actipan se distinguía por ser productor de macetas de barro, plantas de ornato y maguey, por lo que abundaban las pulquerías, éstas se encontraban en locales cerrados, tenían una sola puerta, una ventana, mostrador y una vasija para orinar. Entre las más populares estaban La Fortuna, La Unión, 5 de Mayo y El Capricho.
Santa Cruz Atoyac constituido desde la época prehispánica como un barrio de Mixcoac, se sitúa en la parte sur de la delegación. En sus inicios dependía de Coyoacán y con el correr de los siglos alcanzó la categoría de pueblo. De acuerdo con el manuscrito de mediados del siglo XVI “Memoria de la renta que se recogía y quien la daba”, los vendedores de cáscara de encino de Atoyac pagaban a las autoridades dos tomines (24 granos), mientras que los cacahuateros daban tres (36 granos). Santa Cruz Atoyac atesora en su templo una “lignum crucis” o cruz hecha con madera de los olivos del huerto de Getsemaní, así como un trozo de la llamada roca de la agonía donde oró Jesús. Ello fue posible gracias a la solicitud que hizo el capellán Carlos Villaseñor al entonces arzobispo primado de México, Miguel Darío Miranda, a finales de los cincuenta. El purpurado hizo entrega de estas reliquias, consideradas significativas para la cristianidad, el 13 de marzo de 1959. En los terrenos de esta colonia, dividida en 40 manzanas, se han edificado varios conjuntos inmobiliarios, incluidas las oficinas de la delegación Benito Juárez, las de Plaza Universidad y algunas tiendas de autoservicio, así como salas cinematográficas y más recientemente los periódicos La Jornada y Reforma. También se localiza en este sitio el Centro Social y la Unidad Deportiva Benito Juárez. La nomenclatura de sus calles la heredó de la prolongación de la colonia Narvarte: Tenayuca, Ixcateopan, Xochicalco y Uxmal. Algunos callejones conservan su nombre original, como el de las Flores y el de la Santísima.
Dentro del municipio de Mixcoac se encontraba el pueblo de La Piedad, con poco más de 500 habitantes, quienes vivían del transporte de arena y ladrillo provenientes de lo que hoy es el Parque Hundido.
Documentos históricos aseguran que durante décadas las tierras de este pueblo sufrían inundaciones por el desbordamiento del Río de la Piedad. Los siniestros eran constantes, a tal grado que en 1763 los vecinos solicitaron al gobierno autorización para que el pueblo de Nativitas les arrendara unos potreros, a fin de que sus animales de carga tuvieran donde pastar.
San Pedro de los Pinos en la actualidad es una colonia emblemática, formó parte del rancho de San Pedro y Santa Teresa de los Pinos, cuyas tierras colindaban con el pueblo de Tacubaya. En 1879, don Pedro Serrano le compró esos predios a doña Guadalupe Ayala, y cuatro años más tarde se los vendió a don Manuel de la Torre, quien los dedicó a la agricultura y la ganadería.
San Pedro de los Pinos, como muchas colonias de la ciudad, se transformó en 50 años por los requerimientos de una zona industrial en expansión. La modernidad alcanzó a sus habitantes con la construcción de sus ejes viales, el entubamiento de los ríos, la proliferación de edificios de departamentos y la propagación de comercios.
Tlacoquemécatl, como muchos de los poblados de la zona, en la época prehispánica debió ser una pequeña aldea. Es posible que su origen sea tepaneca y después los mexicas lo hayan absorbido durante su periodo expansionista. Hay poca información sobre lo acontecido en Tlacoquemécatl durante la época colonial y en el México independiente.
Hacia 1900, una ruta del tren eléctrico cruzó por sus terrenos en dirección a San Ángel, y cayeron algunas heladas que arruinaron las cosechas. La siembra de maíz en los terrenos aledaños a lo que hoy es la colonia Narvarte era la ocupación principal de sus vecinos. A comienzos del siglo XX este pueblo tenía como límite al norte el Rancho de los Amores, que se extendía a gran parte del oriente hasta encontrarse con el Rancho de Santa Cruz, y el de Actipan que daba vuelta hacia el poniente para ser limitado por el barrio de San Lorenzo. Todavía hoy existe una pequeñísima colonia llamada San Lorenzo-Tlacoquemécatl, bordeada por la inmensa colonia Del Valle, que resguarda la capilla original del siglo XVII.