Historia de la Delegación Tláhuac, Ciudad de México
Cada año, la reserva ecológica Los Humedales se viste de colorido cuando recibe a las múltiples variedades de aves migratorias procedentes del norte del continente: patos, garzas y los conocidos chichicuilotes. En su peregrinaje, estos visitantes de temporal cumplen puntualmente con un antiguo rito que forma parte de su ciclo vital, de ahí la urgencia por conservar tal entorno.
Por las tradiciones de sus pueblos originarios, que dan al paisaje, a los barrios y a las costumbres un sello distintivo, cada fiesta es una celebración en Tláhuac, por ello acuden a visitarla vecinos de otras demarcaciones y aún de otras entidades de la República Mexicana.
En 1929, mediante un decreto presidencial, Tláhuac se convirtió en cabecera delegacional conformada por siete pueblos originarios: San Pedro Tláhuac, San Francisco Tlaltenco, San Andrés Mixquic, Santiago Zapotitlán, Santa Catarina Yecahuizotl, San Juan Ixtayopan y San Nicolás Tetelco. Hoy está dividida en 12 coordinaciones territoriales, luego de que a los pueblos originales se sumaron las colonias Zapotitla, Del Mar, Miguel Hidalgo, La Nopalera y Los Olivos. Además, existen otras 82 colonias y más de un centenar de unidades habitacionales que concentran a una población que, en su mayoría, trabaja diariamente para abastecer al Distrito Federal de agua potable y de productos del campo como espinaca, acelga, rábano, lechuga, maíz, frijol, tomate y calabaza, entre muchos otros productos.
Tláhuac se deriva del náhuatl “auitlavia” (tener cuidado o estar a cargo de algo). Ese algo es el agua, un enorme espejo líquido que veía y reflejaba el cielo y convivía con el verdor del campo en el espectacular Valle de México de nuestros antepasados prehispánicos. Y fue en 1222 cuando un grupo de chichimecas se asentó en el paraje de Tizic, “barrio casa”, y dio origen al pueblo de Cuitláhuac.
En 1446 el emperador Moctezuma Ilhuicamina mandó construir la Calzada de Tláhuac, que conectaba a Tulyehualco con Tlatelco y dividía la zona lacustre en dos porciones: el Lago de Chalco y las aguas de Xochimilco. Fue en este paraje donde Hernán Cortés, al mando de su ejército y sus aliados, celebró una comida con el cacique local en su tránsito hacia la gran Tenochtitlán, antes del paso obligado por Iztapalapa.
En San Pedro Tláhuac se construyó la iglesia de la zona, después de 1592. El templo actual fue terminado a comienzos del siglo XIX, bajo el esquema de financiamiento por contribuciones. Durante los 300 años de dominación española, San Pedro Tláhuac perteneció a la jurisdicción de Chalco. Fue a partir de 1855, durante la presidencia de Antonio López de Santa Anna, cuando pasó a formar parte de la Prefectura de Tlalpan, y en 1929 obtuvo el rango de delegación que conserva hasta la fecha.
En este lugar se celebra cada año la Feria de San Pedro, así como el carnaval y los jubileos. Cuando las comunidades organizaban los convivios, salen a las calles y se consume el rico mole en todas las variedades posibles, así como tamales de frijol y los conocidos “tlapiques” rellenos con vísceras de pollo, acompañados de aguas frescas o pulque.
San Andrés Mixquic nació en 1525, fundado por fray Martín de Valencia. La palabra náhuatl “mixquic” se traduce como “mezquite”, pues abundaban los árboles que producen este fruto. También posee un panteón prehispánico, donde se encontraron la famosa escultura de piedra conocida como “la Diosa de la Vida y la Muerte” y el Chac Mool, mensajero de los dioses, que pueden verse en el Museo Andrés Quintana Roo de la calle Independencia. En Mixquic se han fundido las tradiciones, los hábitos y las festividades prehispánicas de la cultura náhuatl con la herencia española. San Andrés Mixquic está conformado por una población rural dedicada a las labores agrícolas. Las tierras de humedales, con riego de aguas tratadas provenientes del Cerro de la Estrella, ofrecen al visitante una gran variedad de hortalizas por los guisos que se sirven en las mesas de las familias en laCiudad de México.
Mixquic es conocido por el Día de Muertos, que se festeja el 1 y 2 de noviembre. En esas fechas, al igual que nuestros antepasados desde hace siglos, asistimos a la particular manera de alumbrar las tumbas en el cementerio del atrio del templo. La noche del 2 de noviembre los pobladores llevan al cementerio rezos, recuerdos y ofrendas llenas de flores y alimentos. Las velas iluminan la noche y forman un gran mosaico viviente en medio de la veneración a los difuntos. Las casas de la localidad se adornan con ofrendas y en algunas incluso se ofrece comida a los visitantes. Los cronistas del pueblo consideran que la difusión masiva de esta tradición de muertos surgió en 1958, por iniciativa de un grupo de vecinos encabezados por el doctor Benjamín Roque.
En el Templo de San Nicolás Tolentino se celebra año con año la fiesta del santo patrono. Construido a finales del siglo XVIII dio origen a la fiesta más importante del pueblo deTetelco. Originalmente perteneció a Xochimilco y a Mixquic, hasta que en el decreto de 1929 se constituyó como el pueblo deTláhuac. Fue en este lugar donde floreció el comercio del aguardiente de caña y se practicaba la agricultura en la zona chinampera.
Tetelco significa en náhuatl “montón de piedras”, un enclave ocupado por los antiguos chichimecas que arribaron primero a Mixquic y que posteriormente fundaron Tetelco, donde se quedaron a trabajar en la limpieza de una parte de la laguna. Este pueblo de Ixtayopan colinda con San Pedro Tláhuac, San Antonio Tecomitl, San Andrés Mixquic y Santiago Tulyehualco, y se encuentra en el suroriente del Distrito Federal. El primer templo de esta localidad data de 1537 y se construyó en honor a San Juan Bautista. La fiesta para el santo patrono se realiza en los últimos días de junio, mientras que los primeros de enero se llevan a cabo las festividades dedicadas a la Virgen de la Soledad.
Ixtayopan es reconocido por su tradición en la elaboración de los tapetes de aserrín que los artesanos de la localidad preparan para las ceremonias del Viernes Santo. Por estos reconocidos tapetes efímeros, por los que camina el asombro y el color, se anda la ruta de la procesión de Semana Santa, conocida como “las amarguras”. Otra fiesta significativa es la concurrida Feria del Elote, el mes de agosto. Ixtayopan fue colonizado también por los chichimecas y, según los documentos conservados hasta la fecha, su fundación data de 1537, cuando Juan Anastasio, Juana Huichihuitl, Miguel Atzayacatzin, Juan Mininaltecatl y Francisco Texcalpanecatl se asentaron en estas tierras. Ixtayopan inicialmente fue conocida como “tierra blanca”, ahora se designa como “el corazón de la tierra blanca”.
La puerta o arco de Tlaltenco fue inaugurada el 30 de junio de 1789. Servía como aduana para cobrar por el paso de los animales que cargaban los productos que se comerciaban en la localidad. Este arco es el único que se conserva, ya que su similar de Tulyehualco fue destruido durante la Revolución. Tlaltenco participó en el conflicto armado entre 1913 y 1916, ya que contó con un destacamento zapatista al mando del coronel M. de Galicia y Rojas. Localizado al noreste de la delegación y a la orilla sur de la Sierra de Santa Catarina, fue un enclave chichimeca mencionado en las crónicas en el año 10 Pedernal, cuando grupos de este origen étnico se establecieron en Quauhxayacatitlan, lugar donde se encontraba una máscara labrada en el árbol. Fue precisamente en este sitio emblemático donde iniciaron su marcha para poner revestimientos de papel pintado a la puerta de Tlaltenco. En esta localidad se asienta la iglesia más antigua de los siete pueblos originarios de Tláhuac. En el basamento de una cruz de tezontle, colocada a espaldas de la parroquia de San Francisco de Asís, está inscrita la fecha de su terminación: 1549. Según la tradición, San Francisco Tlaltenco se edificó en honor a los frailes evangelizadores Francisco Jiménez y Francisco Soto.
Zapotitlán significa “entre árboles de zapote”, está ubicado al lado sur del Cerro Xaltepec. Este pueblo de tierras areniscas se ha visto favorecido por la explotación de minas de arena y sus derivados. Fundado en 1525, debido a su proximidad con la Sierra de Santa Catalina, se caracteriza por su temperatura templada y húmeda. En 1641 se terminó de construir la iglesia local. Este dato grabado en la fachada principal del antiguo templo. De acuerdo con los croquis de la época, el pueblo contó con dos iglesias, una dedicada a Santiago Apóstol y otra para los fieles de la Señora Santa Ana. Los habitantes de este poblado celebran dos fiestas, ambas llenas de luces y música. La primera se realiza a principios de febrero para honrar al Señor de las Misericordias, y la segunda es un homenaje al santo patrono Santiago Apóstol y tiene lugar a finales de julio. Para los oriundos de Zapotitlán, estas festividades también son una ofrenda al pasado indígena, a la fiesta de la madre tierra. En estas fechas, la chirimía, los concheros y los juegos pirotécnicos se constituyen en la parte esencial del sentir de este pueblo de Tláhuac.
Santa Catarina Yecahuizotl se distinguió en el pasado por su trabajo en el procesamiento de leche de cabra para la elaboración de quesos. Debido al crecimiento de la zona, en los últimos años sus actividades agrícolas se han reducido considerablemente. Su iglesia, de piedra de tezontle, fue construida en 1569. Edificado en 1917, se encuentra en este pueblo el edificio conocido como La Troje, actual sede de la Coordinación Delegacional. Los pórticos del atrio de la iglesia de Santa Catarina se reconstruyeron durante décadas, trabajo que permitió fuesen restauradas las capillas en 1938, y en 1978 la barda del atrio, lo que le da a este edificio del siglo XVII su aspecto actual.
Los siete pueblos originarios de Tláhuac son su signo y su herencia. En las últimas décadas y como un reflejo de un ejemplo más de lo que sucede en la Ciudad de México, la demarcación recibió a pobladores de otras latitudes que llegaron a establecerse en sus colonias. Algunos de sus pueblos, como Zapotitlán y Yecahuizotl, perdieron su fisonomía original y los viejos ejidos fueron fraccionados para dar paso a lotes familiares y a una traza urbana más moderna.
Tláhuac enfrenta el reto de la convivencia de sus raíces ancestrales y la nueva visión de una ciudad en expansión. El legado indígena y el arraigo a la tierra se ven confrontados con los graffitis y las procesiones, las tierras ejidales evocan el pasado lleno de tradiciones indígenas, mientras que las grandes avenidas reflejan la vida vertiginosa de la urbe.