Con las sierras de Lobos, Ibarrilla y Comanja acompañando su destino, se asienta la ciudad fundada en 1576 queriendo desplazar a los chichimecas. Habría de llevar el nombre del lugar que vio nacer al virrey Martín Enríquez de Almanza y Zúñiga. La población que comenzó buscándose la vida de manera artesanal, confeccionando rebozos y curtiendo pieles, no podía más que transformarse en una experta manufacturera. Zapatos, pieles, telas y sombreros ocuparían su tiempo, adornarían sus días. A su conocimiento, se sumaría el interés por el arte y la cultura que con ellas se alcanza.
León comienza con el Arco Triunfal de la Calzada, en la Calzada de los Héroes. Fue levantado en 1893 para conmemorar el aniversario número 83 de la Independencia, solo que los años lo saturaron de sentido y se volvió el símbolo de la ciudad. Solía ser de madera revestida con yeso. El que vemos es de Humberto Peraza, hecho de bronce, y da la bienvenida a quien lo mira, desde 1958.
Pasar por debajo del arco es entrar al mundo de los leonenses. Afables, entregados, saben que con las manos se construyeron maravillas y eso fue lo que hicieron unas cuadras adelante, sobre la avenida Madero, en el Templo Expiatorio Diocesano del Sagrado Corazón de Jesús. Se comenzó en 1921 con las donaciones y la fe de la gente. Su aspecto es de las catedrales góticas, simepre ligeras y elevadas, buscando el cielo con la punta de sus torres. La piedra en el templo es el mármol. La luz se quiebra entre vitrales y rosetones, o se pierde al querer descender a las catacumbas. Las tres puertas de bronce en la fachada cuentan con sus relieves lo divino: la creación del universo, el día de Pentecostés, la vida de Jesús.
LA VIRGEN DE LA LUZ
En la calle Álvaro Obregón se encuentra la Catedral Basílica de la Madre Santísima de la Luz. Fueron los jesuitas quienes iniciaron su construcción en 1746, pero la iglesia continuaría siendo remozada hasta el siglo XX. Este es el ecléctico lugar de la Virgen de la Luz, la más querida de León. Si bien la fachada es barroca y en el interior predomina el sobrio aliento del neoclásico, sus capillas son pequeños universos aparte. La de San José, se mantiene orgullosa en sus arcos mudéjares; mientras que la geometría de la de Cristo Rey tiene todo que ver con el art decó. En uno de los anexos de la catedral se descubre la Galería de Arte Sacro (lunes a sábado de 10 a 14 horas y de 16:30 a 18:30 horas). Pinturas de Juan Correa y Juan Nepomuceno Herrera, esculturas, cálices y copones, así como libros incunables forman parte de su acervo.
Afuera, la Plaza Catedral pasa los días adornada con los murales de Pedro León. Se trata de un compendio de imágenes donde lo mismo caben los jesuitas, que los oficios con que la ciudad ha forjado su destino: zapateros y curtidores, hacedores de rebozos y vendedores de lechuga. Siguiendo el Pasaje Juan de Orozco se llega a la Plaza de los Mártires, la principal. Es amplia y su dibujo cambia constantemente como la multiplicidad de sombras y gente que la camina. Aquí el ruido vuela bajo, se queda entre los niños jugando y los vendedores de globos. Y los edificios se sienten lejos aunque no lo estén. Hay que acercarse a la Parroquia del Sagrario, asomarse al Palacio Municipal para ver los que dejó ahí Jesús Gallardo, o saber que donde está el restaurante Panza Verde vivió María Grever, la compositora que nadie olvida aunque pase mucho tiempo. En medio, rodeado de ficus, está un quiosco con su campana francesa. Su presencia es una pausa en la que dan ganas de refugiarse.
A un costado del Templo del Sagrario comienza la Plaza Fundadores con la Fuente de los Leones agitando la tarde. Cada león representa cien años en la historia de la ciudad, el monumento juega a mover agua desde 1976. Los nombres de las familias que hicieron posible la existencia de Leónestán aquí en un muro de azulejos. Desde la plaza, a la distancia, se miran la cúpula de la catedral y la solitaria torre del Templo del Inmaculado Corazón de MAría.
LOS ÁRBOLES Y LOS LIBROS
La cultura en León ocupa un espacio muy grande. Tanto como puedan serlo las nueve hectáreas del Fórum Cultural (Prolongación Calzada de los Héroes 308, La Martinica). Un lugar que se iría llenando poco a poco de edificios, esos que comparten el cariño de los leoneses por el arte y la naturaleza: la Biblioteca Central Estatal Wigberto Jiménez Moreno, el Museo de Arte e Historia de Guanajuato, la Unidad Académica para la Cultura y Artes de León y el Teatro del Bicentenario.
La biblioteca recibe con un jardín de jacarandas, dentro esperan la hemeroteca, una cineteca y el rincón donde los libros se restauran. Al Museo de Arte e Historia lo acompaña una escultura de San Sebastián Mártir, el patrono de la ciudad, y a un lado se halla el Auditorio Mateo Herrera. Pero quizá la construcción que más asombra a la mirada sea el Teatro Bicentenario. De la firma Augusto Quijano Arquitectos, supone un juego de volúmenes y geometría en equilibrio. Y los ojos van y vienen del espejo de agua al cubo que sin esfuerzo mantiene el techo suspendido; luego se detienen sin prisa en las piezas que componen el Jardín de las Esculturas, donde Sebastián, Ángela Gurría, Javier Marín y Juan Soriano dejaron una muestra de las cosas con que sueñan.
Muy cerca se encuentra el Museo de las Ciencias Explora (Blvd. Francisco Villa 202, La Martinica; teléfono: 01477 711 6711; martes a viernes de 9 a 18 horas, sábado y domingo de 10 a 19 horas; www.explora.edu.mx). Pensado para despertar la curiosidad científica en los niños, sus seis salas interactivas están dedicadas al conocimiento del cuerpo humano, la inteligencia, los recursos naturales, la exploración espacial, la física y sus leyes, y las comunicaciones. Además se imparten talleres y está el teatro IMAX donde se proyectan películas en 3D. Afuera se puede jugar con dos viejas locomotoras de vapor, y en el lago artificial hay un foro que ha escuchado cantar a Plácido Domingo y Luciano Pavarotti.