En el centro de la ciudad se encuentra esta maravillosa Catedral, diseñada por Vicente Barroso Escayola. Su construcción se inició en 1660, fue consagrada en 1705 y las obras continuaron a lo largo de todo el siglo XVIII. En su portada central luce un espléndido relieve de “La Transfiguración”, momento cristológico al que está dedicada la catedral. Otros relieves sobre la “Adoración de los Reyes” y la “Adoración de los Pastores”, además de hermosas esculturas de santos completan la iconografía de esta portada. Con 70 metros de altura, las torres están entre las más altas construidas en el continente durante el periodo virreinal. El interior de la catedral ya no cuenta con sus retablos barrocos, sin embargo, subsiste el gran ciprés del altar mayor y el órgano monumental de 1905, que es el que ahora se toca en el Festival Internacional de Órgano de la ciudad.
Al poniente de la catedral está la Plaza de Armas, y al oriente la Plaza Melcor Ocampo. En el lado norte de esta última se levanta el Palacio de Gobierno, construido en el siglo XVIII como seminario. Sobre la calle de MAdero, el siguiente tramo al oriente está lleno de edificios virreinales. El más notable de ellos es el antiguo Palacio Arzobispal edificado en 1700. Este edificio fue más tarde adaptado como hospital por los religiosos de San Juan de Dios, y hoy es el elegante Hotel Los Juaninos, con vista también a la Plaza Melchor Ocampo.
Al sur de la Catedral se encuentra el Templo y Convento de San Agustín, construido por los agustinos en 1550. El templo conserva su fachada plateresca original. En su interior, el retablo del altar mayor se atribuye al genial arquitecto neoclásico Francisco Eduardo Tresguerras.