Voz de guerra chichimeca que significa “No vengan”, Matehuala es una boyante ciudad de clima cálido y frondosas plazas. El comercio es incesante; a todas horas las céntricas calles lucen pletóricas de marchantes que entran o salen de tiendas, puestos o locales con mercancías. El mercado ofrece todo tipo de productos de consumo, además de los artesanales que se elaboran en la región como objetos de piel y cuero, cestería, barro, madera, dulces de leche e ixtle-lechuguilla.
Entre sus grandes atractivos están la imponente Catedral de la Inmaculada Concepción, construcción muy singular que asemeja a cierto estilo arquitectónico religioso del norte de Italia. De hecho su nave es de las más altas y amplias de México, a tal grado que resulta difícil llenarla con objetos decorativos. Sus vitrales son antiguos, pero sí relevantes, y le dan ese toque gótico europeo.
Asimismo, podemos mencionar las plazas de Matehuala, en donde se descansa plácidamente bajo la sombra de los enormes árboles y el agradable escándalo de las urracas y otros pájaros.
Una costumbre muy arraigada en esta ciudad son los altares de Semana Santa. Cualquier turista que ande por ahí en esas fechas no debe dejar de recorrer las calles para admirar esta tradición que, en muchos casos, se convierte en verdadera artesanía. Para llegar, desde la capital del estado, tome hacia el norte la autopista 57 que después de 190 km lo conducirá a esta importante ciudad del Altiplano.