De frondosa vegetación tropical y escarpados cerros que rodean al pueblo, con entorno lluvioso y muy huasteco, Xilitla siempre merece un renglón aparte por sus numerosos puntos de notable y excepcional interés. Dentro de la población de calles empinadas sobresale el convento agustino construido en 1557, el cual por lo general se incluye dentro de la “Ruta de las Misiones de la Sierra Gorda”.
Los muros del convento son impresionantes: fungieron como defensa contra los ataques de los indómitos nativos que lucharon ferozmente contra la conquista. Está considerado como “arquitectura no monástica militar”.
Caminar las callejuelas es descubrir entre el estilo arquitectónico propio del lugar, una construcción que desentona por su inusitada rareza. Esa fue la casa de Sir Edward James, un británico que se avecinó en la población y le dio fama a escala mundial.
A 5 kilómetros de la ciudad, el mismo aristócrata escocés construyó su “castillo”, una serie de estructuras que han sido objeto a estudio e interpretaciones de cualquier índole. Lo cierto es que ahí están, en el sitio conocido como “Las Pozas”, para ser visitadas por aquél que lo desee. Las escaleras que terminan en el infinito, las puertas hacia ningún lado, las recreaciones fantásticas de pilares, muros y pilastras, todo de chocante cemento que contrasta con lo verde vibrante del entorno, es parte esencial y fundamental de tan excepcional espacio. Para rematar tan singular experiencia, un chapuzón es las pozas, formadas por una cascada, es lo más recomendable. Por último, sus cuevas ya exploradas, como la del Salitre, completarán un viaje lleno de expectativas.