
Llena de fuentes y plazas, con el sol iluminando a cada rato sus edificios o su pasado colonial, Guadalajara despierta satisfecha cada día. Poco trabajo le cuesta cautivar a quien la visita, le basta con mostrar la fuerza y el movimiento de un mural como el Hombre en Llamas, siempre ardiendo en el Instituto Cultural Cabañas; o con desplegar frente a los sentidos el mundo guardado por el Mercado San Juan de Dios. Gigante, oloroso, sus tres niveles acumulan todo tipo de creaciones: sombreros y bolsas, jorongos, huaraches, piezas de cerámica y comida, mucha comida, concentrada la mayoría en el segundo piso. Pero en medio de las montañas verdes, amarillas y rojas de vegetales y frutas, se descubre en el primer nivel el local de Las Tortas Locas. Fundadas por Felipe Gallardo en 1970, ahora son sus bisnietos los que se encargan de prepararlas. Se trata de teleras rellenas de pierna, jitomate y lechuga; el adobo que condimenta la pierna es un secreto que no importa saber sino probar.
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