El balneario, presa y hacienda El Saucillo se localiza a 44 kilómetros de la ciudad de Aguascalientes llegando por la carretera panamericana aZacatecas, a escasos 5 kilómetros de Rincón de Romos.
Se accesa por un camino pavimentado que encontramos a la derecha y a sólo 1 kilómetro llegamos al lugar. Su soberbio acueducto de arcos de medio punto, “que más parece obra de romanos”, atraviesa la campiña por espacio de medio kilómetro, fue construido en 1877, y es, sin lugar a dudas, el mejor conservado en el estado. Desde fines del Siglo XVII El Saucillo figuraba ya como una hacienda sobresaliente.
Formaba parte de un complejo pues en ese entonces, esta hacienda dependía de la de San Jacinto (situada un poco más al norte en los linderos con Zacatecas), cuyas tierras pertenecían al acaudalado Conde de Regla, mariscal de Castilla.
En sentido estricto, El Saucillo no era una hacienda, ya que no formaba una sola unidad productiva administrada centralmente. Formada por un numeroso conjunto de unidades de tamaño medio (ranchos) cuya explotación era confiada a particulares y de los cuales el dueño obtenía una renta fija. Durante todo el siglo XIX se generó un proceso de desvinculación de la gran propiedad.
El sistema latifundista vigente por espacio de 200 años entró en crisis, razón por la cual la familia Rul propietaria de terrenos en la zona norte del estado, entre los que se encontraba este predio, optó por vender los ranchos anexos a personas solventes y que podían pagar con buenas monedas de plata.
La pequeña propiedad le disputó a las haciendas el control de los mercados y de la mano de obra.
El Saucillo llegó a contar con 35,000 hectáreas, y durante un tiempo rindió a sus dueños grandes ganancias, gracias a que se introdujeron considerables mejoras a fin de reorientar la producción.
A principios de este siglo su orgulloso propietario anunciaba que en su hacienda acababa de abrirse un pozo artesiano y que sus tierras se barbechaban “con vapor y arados-discos”, es decir, estaba dotada de costosas y moderna maquinaria. El casco de la hacienda, situado frente al balneario, conserva aún algunas de sus antiguas dependencias: la tienda de raya, en donde guardaban los productos canjeados a los peones acasillados, todavía tiene estantería y restos de pintura original en sus paredes.