Museos que abarcan la ciencia y la tecnología hasta el arte contemporáneo, pasando por recintos que cuentan la historia de los presidentes nacidos en este suelo y de los dinosaurios que lo habitaron hace millones de años. Saltillo hoy es una pujante urbe cuyo desarrollo se debe a su gente y al aprovechamiento de sus recursos.
En medio de un fértil valle, con abundantes manantiales subterráneos y habitado por tribus chichimecas, Saltillo fue el primer asentamiento español del noreste, pues constituía el paso geográfico obligado entre la meseta central, las tierras bajas de Coahuila y Nuevo Léon. Fue Alberto del Canto quien el 25 de julio de 1577 fundó esta villa. Sus primeros pobladores tuvieron la expectativa de aprovechar los recursos naturales que ofrecía el territorio para establecerse como agricultores y ganaderos a fin de convertirse en proveedores de cereales y animales de los pueblos mineros de Zacatecas y Durango, que ya despuntaban en la extracción de minerales.
Al llegar al centro de Saltillo la Plaza de Armas se presenta al visitante y el pasado comienza a tomar vida: durante el siglo XIX, innumerables elementos marciales nacionales y extranjeros arribaron a este sitio. Primero fue Santa Anna quien pasó lista a sus soldados en diciembre de 1835 antes de emprender batalla contra los rebeldes texanos que reclamaban su independencia.
Posteriormente, las tropas estadounidenses tomaron esta plaza el 16 de noviembre de 1846, antes de la Batalla de la Angostura, y casi dos décadas después, en 1864, el ejército galo ocupó este lugar durante la persecución al presidente Juárez, en el periodo de la Segunda Intervención Francesa.
Y qué decir de las fuerzas huertistas, villistas y carrancistas que también llegaron a Saltillo durante distintos momentos de la Revolución Mexicana. Sin duda, sería difícil imaginar otro título para esta plaza tan llena de historia.
Justo al frente de la plaza se encuentra el Palacio de Gobierno, construido a principios del siglo XIX. Se sabe que a mediados de aquel siglo el edificio quedó reducido a escombros por causa de un incendio; sin embargo, fue reconstruido entre 1862 y 1885. Cuarenta años después se agregó el tercer piso y alrededor de 1979 se remozó completamente su fachada otorgándole su aspecto actual de cantera rosada.
En el mismo cuadro se ubica el templo más alto del noreste. Antiguamente existió un primigenio recinto que terminó demolido para dar paso a la actual Catedral de Santiago Apóstol, cuya construcción comenzó en 1745. Su estructura se concluyó en décadas subsecuentes, no así la torre, que alcanzó sus 72 metros hasta 1897. Destaca la fachada del templo con un primer cuerpo labrado con elegante barroco. El segundo cuerpo se supera en adornos, otorgándole carácter churrigueresco. Por su cuenta, la cara de la Capilla del Santo Cristo toma un aspecto plateresco.
Santiago Apóstol es la advocación a quien se rinde culto en la catedral, debido a que la fundación de Saltillo occurrió un 25 de julio, día en que se conmemora al apóstol. Al interior del templo se pueden encontrar verdaderas obras de arte sacro; el púlpito, los retablos con sus óleos y el frontal de plata frente al altar de San José son piezas que merecen especial atención.
A espaldas del Palacio de Gobierno se encuentra la Plaza de la Nueva Tlaxcala. Fue construida en 1991 para conmemorar el cuarto centenario de la fundación de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, población hermana de Saltillo que estuvo conformada por tlaxcaltecas enviados, en su mayoría del señorío de Tizatlán por poblar esta región junto a los españoles.
En aquel entonces el conquistador Francisco de Urdiñola, capitán general de la Nueva Vizcaya, les cedió las tierras. De inmediato los tlaxcaltecas eligieron a sus representantes y el 4 de septiembre de 1591 se fundó el poblado, al cual se le otorgó el beneplácito de contar con un gobierno propio. Los tlaxcaltecas que se asentaron recibieron otros beneficios como ser considerados caballeros e hidalgos y tener derecho de anteponer el título de “don” a sus nombres, además, se les permitió montar a caballo y portar armas. Para 1827, ya en la época independiente, San Esteban fue anexado a Saltillo.
A pocos pasos de la mencionada plaza se encuentra la Parroquia de San Esteban, cuya construcción comenzó después la fundación que llevaron a cabo los tlaxcaltecas. Su fachada es muy austera y sobria, no pareciera reflejar toda su historia; sin embargo, se trata del más antiguo de los templos de Saltillo. Su sencillez por dentro y fuera radica en su personalidad franciscana, orden bajo la cual se rigió desde un principio, con los preceptos de pobreza que caracterizan a esta congregación religiosa. Se convirtió en parroquia en 1768.
Saltillo cuenta su pasado y muestra expresiones presentes por medio de 22 espacios museísticos y culturales donde el visitante puede apreciar la historia del estado y sus personajes, entender su tradición y conocer su arte: adentrarse en los pasillos y las museografías es un viaje para comprender quiénes son los coahuilenses.
Entrar al Palacio de Gobierno es menester si se quiere comenzar a saber del pasado de Coahuila y sus personajes. Para un primer acercamiento se debe caminar por los pasillos del primer nivel, en cuyos muros el pintor Salvador Almaraz plasmó los episodios más importantes del estado y a sus respectivos protagonistas. Al descender a la planta baja se localiza el Museo del Palacio. El recorrido lleva al visitante por pasajes de la historia de Coahuila, desde su fundación en 1577 hasta nuestros días, las invasiones de Estados Unidos, la Intervención Francesa, la Reforma, el Porfiriato, la Revolución y la actualidad, época en la que se hace énfasis al desarrollo del estado. Durante la visita pueden apreciarse fotos antiguas; piezas de época y distintos recursos multimedia que hablan sobre el edificio y algunos personajes ilustres de la entidad como Miguel Ramos Arizpe, Ignacio Zaragoza y Francisco I. Madero. Una aula destacada y de reciente apertura, es la sala Venustiano Carranza, en ella pueden encontrarse objetos personales utilizados por el jefe revolucionario, así como fotografías que lo retratan. Por si fuera poco, las paredes de la sala se encuentran adornadas con murales del pintor español Salvador Tarazona, quien plasmó la fiesta tlaxcalteca del Ojo de Agua, así como paisajes de Coahuila.
Caminando por el callejón Santos Rojo, al lado de catedral, se puede llegar al Museo de la Batalla de la Angostura. El lugar está dedicado a la historia del enfrentamiento entre las tropas estadounidenses y mexicanas realizado el 22 y 23 de febrero de 1847. Las versiones sobre quién ganó aquella contienda son polémicas: algunos afirman como vencedor al general Santa Anna, quien por una extraña razón ordenó la retirada al tener la victoria para dar descanso a sus gastadas tropas. Otros aseveran que la superioridad de armamento y posición dio el triunfo a los estadounidenses. En las salas del museo se muestran objetos encontrados en lo que fue el campo de batalla.
A un lado de catedral existe una casona histórica, el Recinto de Juárez. Era 1863 cuando Benito Juárez, ante la amenaza de la invasión francesa, tuvo que salir de la Ciudad de México con rumbo a San Luis Potosí y después a Saltillo, donde arribó el 9 de enero de 1964. Juárez decretó, en este lugar, la separación de Coahuila del estado de Nuevo León, devolviéndole su carácter libre y soberano, pues ambos estados estuvieron incorporados durante ocho años. Aquí mismo rechazó dimitir a la presidencia. Actualmente, el recinto alberga el Colegio de Investigaciones Históricas del Estado y cuenta con un salón llamado de Las Banderas donde se muestran estandartes usados en la Guerra de Reforma y durante la invasión estadounidense.
Siguiendo el paso por la calle Juárez se encuentra el Museo Rubén Herrera dedicado al pintor zacatecano que creció en Saltillo. Desde joven mostró talento para la pintura y a los 20 años el gobierno de Coahuila lo becó para hacer estudios en Italia y Francia, donde adquirió y pulió su estilo academicista. Al regresar a Saltillo fundó la Academia de Pintura de Coahuila, desde la cual dejó huella en múltiples generaciones de artistas. El museo expone diversos óleos con autorretratos, dibujos a lápiz, al carbón, escenas costumbristas y militares. Este inmueble llegó a ser conocido como la Casa de las Figueroa, dos hermanas que habitaron la propiedad y fueron alumnas del maestro Herrera. Al salir del museo basta con pasar a la contra esquina para estar en la Plaza e Iglesia de San Francisco, fundada en 1787 como convento. El jardín es uno de los espacios de encuentro en la ciudad, donde los saltillenses salen a pasear. Los fines de semana la plaza cobra una vida particular, pues decenas de puestos se instalan para la vendimia de sábados y domingos.
Por la Bravo, se haya el Museo de los Presidentes Coahuilenses, dedicado a los cinco hombres, originarios de este estado, que han llevado la investidura más alta del país. Melchor Múzquiz de Arrieta fue el primero, quien tomó el cargo como presidente interino entre agosto y diciembre de 1832; Francisco I. Madero, iniciador de la Revolución Mexicana y conocido como el Apóstol de la Democracia, gobernó entre 1911 y 1913; Eulalio Gutiérrez ocupó el cargo provisional entre noviembre de 1914 y enero de 1915. Le siguió, de forma interina, en 1915 Roque González Garza. Venustiano Carranza, primer jefe del Ejército Constitucionalista, se mantuvo en la presidencia de 1917 a 1920. Por medio de documentos, pinturas, fotografías y objetos que pertenecieron a cada uno de estos personajes se puede ahondar en sus historias mientras se recorren los pasillos. Una de las piezas más importantes es la primera banda presidencial de la historia de México, la cual fue portada por Guadalupe Victoria.
Coahuila es cuna del levantamiento armado de 1910 y para contar esa historia tiene el Museo de la Revolución Mexicana. El recorrido por sus salas ofrece un panorama sobre la historia del conflicto y sus personajes principales. Una pieza en particular llama la atención al inicio: la voz del presidente Porfirio Díaz, que puede escucharse con toda su resonancia. Las salas exhiben documentos, periódicos de quellos años, armas, sombreros, carrilleras y objetos personales de algunos personajes como Díaz o Madero, además de vestidos de época. En el patio, una exposición fotográfica muestra distintos momentos de lucha armada y sus caudillos. Además, hay una réplica de un avión monoplano Blériot X1 que piloteó Francisco I. Madero y del cual adquirió tres para las fuerzas armadas. Otra pieza destacada es la mesa donde Venustiano Carranza y el comité que lo acompañó firmaron el Plan de Guadalupe, a través del cual se desconocía la llegada de Victoriano Huerta al poder. Se sabe que fue en ella porque también la dejaron firmada.
De regreso a la Plaza de Armas puede hacerse otra ruta de museos y recintos culturales a lo largo de la calle Hidalgo. La casona que hoy alberga al Recinto del Patrimonio Cultural Universitario data del siglo XVII. Tuvo muchos dueños con el paso de los siglos y en 1895 Guillermo Purcell la adquirió para darle uso como vivienda durante algunos años hasta que en 1905 rentó el edificio para ser sucursal del Banco Nacional de México, por lo que se le conoció como Banco Purcell. Actualmente el recinto custodia las seis colecciones patrimoniales de la Universidad Autónoma de Coahuila: Herboalria, Historia Natural, Instrumentos Científicos, Cueva de la Candelaria, fotografías de la institución y Pinacoteca, de esta última se muestra una selección de obras. En la planta baja se exhiben diversos utensilios cotidianos de los siglos XVIII y XIX. También se puede conocer la antigua bóveda del banco.
Poseedor de formas eclécticas, la peculiar arquitectura del Centro Cultural Casa Purcell no pasa inadvertido para el transeúnte que encontrará trazos medievales, neogóticos y modernos en sus líneas. Su diseño es responsabilidad del arquitecto inglés Alfredo Guilles. Guillermo Purcell fue un prominente empresario de fines del siglo XIX y principios del XX que abarcó negocios como minería, ganadería, agricultura, ferrocarriles y banca. En 1905 comenzó la construcción de esta casa que hoy abstrae a sus visitantes con la exhibición de importantes exposiciones de arte contemporáneo.
El edificio que alberga el Centro Cultural Vito Alessio Robles es ejemplo de la arquitectura del siglo XVIII en Saltillo y resguarda el acervo bibliográfico de este insigne militar, diplomático, periodista, historiador, político y catedrático saltillense. Abrió sus puertas en 1999 y desde entonces no ha dejado de presentar muestras artísticas en sus dos salas de exhibición y el auditorio. Su biblioteca preserva más de 14 mil volúmenes históricos de los siglos XVII, algunos de ellos incunables. Este recinto también abriga la biblioteca de Óscar Dávila, otro destacado coahuilense. Además, en su patio se exhibe un mural de Elena Huerta que relata la historia de la ciudad
La riqueza de esta ciudad a finales del siglo XIX y principios del XX se refleja en uno de los edificios en el corazón de la ciudad; el Casino de Saltillo, ubicado a un costado de la catedral. Su arquitectura de estilo clásico data de 1874 y en un principio se le conoció como Casino Militar. En él se reunía la clase acomodada del Porfiriato, tan así que su interior se encuentra decorado al estilo de la belle époque. En 1914, durante la Revolución Mexicana, fue quemado y tardaría poco más de una década para que fuera reconstruido en 1928. Actualmente, sigue funcionando como lugar de encuentro para sus socios.
Si lo que busca es conocer un poco de los productos regionales, en la Casa del Artesano se descubrirá un espacio muy afable para disfrutarlos, pues aquí las manos creativas han encontrado un inmejorable aposento para exhibir lo que elaboran. Lo mismo se pueden hallar sarapes, cobijas y morrales confeccionados en telar de pedal, así como talla en madera, cerámica, joyería, bordados y productos cosméticos de origen natural. Incluso, para los golosos hay toda una variedad de dulces de leche, cajetas, pan de pulque, miel de abeja y licores de frutas.
La explanada cuenta con un escenario de concha acústica, zona de camerinos y butacas para 500 espectadores que pueden asistir a los constantes eventos artísticos y culturales. Uno de los más llamativos es el Festival Arriba el norte, a mediados de mayo; sin embargo, todo el año hay presentaciones de grupos musicales y escuelas de danza regional.
El inmueble donde hoy se encuentra la Casa de Cultura data de finales del siglo XVIII y es otra de las casas más bellas y mejor conservadas de la época. Originalmente funcionó como fábrica de sarapes. Hacia 1940 fue hotel; después, jefatura militar; luego, sede de la Alianza Franco-Mexicana y Escuela de Artes Plásticas. Su arquitectura colonial de estilo barroco se refleja en sus columnas labradas en piedra de río, material muy usado en la región y el cual le da personalidad a las edificaciones saltillenses. En esta casa se imparten talleres artísticos para niños como danza clásica y moderna, piano, guitarra y artes plásticas. Cuenta también con una galería donde se presenta el trabajo con 49 butacas.
Un lugar excepcional en la ciudad es el Museo de las Aves de México. Cuenta con más de 2,500 ejemplares, que representan el 73% de la avifauna nacional y alberga a la mayoría de las aves que se reproducen y residen de manera permanente, así como aquellas que visitan México como parte de su ruta migratoria. Don Aldegundo Garza de Léon es el iniciador de este museo. Su interés en las aves comenzó hace más de 50 años por medio de la caza. Con el tiempo, conformó una gran colección que podía conocerse en el Salón de las Aves, un espacio de su propiedad con apenas 10 vitrinas, hasta que el gobierno de Coahuila solicitó su colección en donación y fue así como el 15 de noviembre de 1993 abrió sus puertas este recinto.
Caminando hacia atrás del Museo de las Aves se encuentra el Museo de la Katrina, único espacio en México dedicado exclusivamente a este personaje creado por José Guadalupe Posada. Lo primero que recibe al visitante es una ofrenda de Día de Muertos con sus elementos tradicionales. Durante el recorrido las catrinas de gran tamaño se hacen presentes, mientras tanto, en los murales se explora el tema de la muerte por medio de la cultura popular y el vocabulario vernáculo que se relaciona con ella. Es un recinto muy íntimo donde el visitrante puede sentirse acogido, quizá gracias a que puede tomar chocolate artesanal y saborear pan de muerto tradicional. Lo más importante del sitio es una momia conocida como doña Petra, que fue exhumada en un panteón del municipio de Arteaga y donada al museo.
A unas pocas calles, en el mismo barrio y en lo alto de una colina, se encuentra la Iglesia del Santísimo Cristo del Ojo de Agua, en cuya base aún se encuentra el manantial cristalino que da nombre a la ciudad, pues se cuenta que en su descenso tenía pequeñas cascadas por las que daba “saltillos”. La tradición dice que en este punto exacto Alberto del Canto fundó la ciudad.
Algunos consideran milagrosa el agua que brota dentro de la pequeña ermita, por este motivo llevan ofrendas acompañadas de fotos de familiares por quienes piden algún socorro. La construcción de la iglesia se inició a finales del siglo XIX y el Cristo que se venera fue tallado, según consta en la placa de entrada, en Roma y traído en 1927.
El punto más alto de la ciudad es conocido como Plaza México o El Mirador y desde aquí se tiene el dominio panorámico de Saltillo. En este punto destacan, por su cercanía, el Templo de San Juan Nepomuceno, la torre Catedral y el Palacio de Gobierno, no obstante la vista alcanza los límites de la metrópoli y más allá, para admirar su dimensión en medio del valle rodeado de sierra.
Al caminar por el lugar se observan algunos cañones, mismos que recuerdan el paso de las tropas estadounidenses por este emplazamiento, pues en lo alto de esta loma acamparon durante su estancia en la ciudad antes de combatir en la Batalla de La Angostura. Los fines de semana se convierte en un atractivo muy visitado y no faltan las parejas que aprovechan en el ocaso para hacerse de un rincón con una vista espectacular.
Durante la segunda mitad del siglo XIX diversos grupos liberales de Coahuila estaban concientes de que solo con la educación se lograría un mejor desarrollo económico y social. De esta forma se inauguró una institución que hoy es símbolo de Saltillo, el Ateneo Fuente, recinto educativo donde estudiaron Madero y Carranza, entre muchos otros personajes destacados. Este emblemático edificio está construido con un estilo art decó.
Desde su nacimiento, el 4 de noviembre de 1867, inculcó ideas de progreso y bienestar social en sus aulas y abrió la carrera de jurisprudencia. En los años subsecuentes se adecuaron los planes de estudio y se dio una educación más científica que promovió la observación, la experimentación y la comprobación en búsqueda de la objetividad.. Bajo estas nuevas premisas la renovación del colegio incluyó la compra de modernos gabinetes de física, química e historia natural y se adquirieron colecciones de minerales, botánica y zoología, mismas que constituyen el origen de la Sala de Historia Natural del Ateneo Fuente inaugurada en 1887 y cuyas colecciones han ido creciendo desde entonces.
Frente al Ateneo se halla otro recinto de gran usanza, el Instituto Tecnológico de Saltillo, que desde su inauguración en 1951 ha contribuido a formar generaciones de profesionales en el área de las ingenierías, la administración y la informática, especialidades que han ido de la mano con el desarrollo de Coahuila. El inmueble es uno de los más hermosos de la ciudad. En su fachada ostenta columnas bellamente labradas en cantera rosada y un frontón que remata con la heráldica de la corona española.
Continuado la caminata por la calle Hidalgo se llega al imponente Templo de San Juan Nepomuceno, otra de las joyas arquitectónicas de la ciudad. Se sabe que para 1777 ya existía una pequeña capilla de adobe en este terreno. Alrededor de 1878 el lugar se asignó a la congregación jesuita, que en 1885 inició la construcción del actual recinto de estilo neoclásico. Al entrar la grandeza de la construcción se hace más presente, pues su nave principal, de magnas dimensiones, empequeñece al visitante. Amplios y generosos son también los óleos en las paredes; su creación se debe al padre jesuita Gonzalo Carrasco, uno de los más destacados pintores de la orden, quien alrededor de 1912 plasmó su academicismo en escenas sacras.
Al norte de la Plaza de la Nueva Tlaxcala, sobre la calle de Allende, se encuentra la Plaza Manuel Acuña. Se trata de uno de los espacios más tradicionales del corazón de la ciudad, que está dedicado a ese destacado poeta saltillense que dedicó uno de los cantos de amor frustrado más famosos de la lírica mexicana: Nocturno a Rosario. Pocos saben que el monumento a Acuña, realizado por Jesús Contreras, fue exhibido en la Exposición Universal de París de 1900, junto con otra de sus obras: Malgre-Tout, por las cuales se le concedió la Legión de Honor.
Frente a la plaza se levanta el Teatro García Carrillo, inaugurado en 1910, pero cuya vida fue lamentablemente muy corta: en 1918 un incendio lo devastó, por lo que estuvo abandonado por décadas. En aquel entonces se presentó la obra El dios loco, considerada una pieza teatral sacrilígea, por ello se cree que las llamas fueron provocadas. En 1999 fue remodelado y ahora es un centro cultural donde se realizan exposiciones temporales, así como proyecciones de cine y conferencias.
Saltillo tiene una larga tradición en cuanto a fiesta brava se refiere. Quizá por ello cuenta con el Museo de la Cultura Taurina, donde rinde homenaje a los personajes que han construido la historia de esta práctica en Cohuila y en México. Pero incluso va más allá: el recinto es un viaje al pasado y a los orígenes de la tauromaquia. La relación del hombre con el toro y todas las esferas de la cultura donde han permeado este tanto son los ejes temáticos de sus salas. En ellas se busca exaltar la práctica ni tampoco condenarla, sino crear una reflexión en el visitante acerca de esta relación hombre-animal y cómo se ha desarrollado en las distintas culturas a través del tiempo.
Solo hay que cruzar la calle para llegar al Museo de las Artes Gráficas, un espacio donde se da el valor a las técnicas tradicionales de estampado industrial, pues el oficio de impresor es el antecedente directo de la gráfica como arte. El museo pone especial énfasis en el trabajo de José Guadalupe Posada, de quien se exhiben un gran número de piezas, incluyendo placas originales. El recorrido por las salas es un verdadero viaje al pasado y al desarrollo de la estampa en México, se puede conocer desde una réplica de la primera imprenta que llegó a América, hasta el trabajo de artistas contemporáneos, pasando por los diversos periodos de este arte. También se observan obras de destacados artistas como Leopoldo Méndez, José Luis Cuevas y vicente Rojo.
Hay un lugar, cercano al centro de la ciudad, poblado por álamos y fresnos que debe ser visitado: la Alameda Zaragoza. Bajo la sombra de sus árboles es posible tomar un respiro ante el agitado recorrido lleno de museos. Aquí más bien hay que darse el tiempo para andar por sus amplios pasillos y plazoletas donde se encontrarán los monumentos a Hidalgo, carranza, la Columna de la Independencia o la figura ecuestre del héroe de la batalla del 5 de Mayo de 1862, quien le da nombre al parque. En el corazón de la alameda se encuentra la Biblioteca Pública del Estado, cuya fachada clásica de cantera recuerda el Partenón griego. Otro destacado es el Lago de la República, que reproduce la forma del país. Además, hay una sección amplia de juegos infantiles donde los más pequeños se van a divertir.
Frente a la alameda se encuentra uno de los símbolos de la educación en el noreste del país, la Escuela Normal de Maestros, fundada en 1894. En su tiempo se configuró como una de las instituciones más importantes, gracias a su modelo pedagógico vanguardista con el cual formó generaciones de profesores comprometidos con la educación. Su majestuoso edificio de cantera rosada y estilo clásico nos recuerda el porqué a Saltillo se le conoce como La Atenas de México. El título no es solo por la belleza de sus edificios, también por la fama educativa de la que gozan sus múltiples instituciones, en las cuales se han formado mujeres y hombres ilustres que han construido la historia de Coahuila y de México. Actualmente, la educación básica es obligatoria en todo el país, pero a mediados del siglo XIX era una necesidad social que se consideraba urgente. En el Museo del Normalismo, a unos pasos de la escuela, se retoma esta historia poco contada: para alcanzar el objetivo de educar a la población de México se hizo necesario poner en funcionamiento las escuelas normales. El normalismo ha sido una gran fuerza en Coahuila, la cual engloba a todas sus generaciones de maestros y en el interior de este espacio se invita al visitante a conocer cómo ha sido el desarrollo de esta profesión en el estado. Otro propósito de la exposición es lograr una reflexión en torno a los procesos pedagógicos.
Al sur de la ciudad destaca un antiguo y pequeño edificio, en cuyo interior se resguardan algunas joyas de la pintura virreinal, nos referimos al Museo Capilla Landín. Cuenta la historia que hacia 1770, Juan Landín, empresario español, adquirió este predio y construyó la Hacienda de la Inmaculada Concepción, a un lado edificó una pequeña capilla familiar que al día de hoy se ha restaurado para convertirse en pinacoteca. A pesar de ser un recinto pequeño, el interior contrasta por la riqueza de sus lienzos, donde exhibe una colección de obras de arte sacro de los siglos XVII y XVIII. En la sala principal se muestran pinturas sobre la vida de Jesús; al fondo, llama la atención lo que parece un altar de piedra, pero en realidad es la fachada original de la capilla. En la sala contigua hay varios lienzos más pequeños en los que se representan diversos santos.
Para conocer la magnitud de la importancia de la prenda emblemática del estado hay que acudir al Museo del Sarape y Trajes Mexicanos, donde se muestra el desarrollo de esta prenda por medio de una colección que incluye sarapes de distintas épocas, diseños y materiales. Recorrerlo es un verdadero viaje por la historia de la prenda para entender su significado actual. Incluso cuenta con la ambientación de una tienda tradicional donde se vendían estos productos. La tradición del tejido está patente en todo el territorio nacional, por ello el recinto muestra algunos trajes representativos de diferentes etnias, entre ellos hay atavíos nahuas, mixtecos, chamulas, tzotziles y huicholes. También se exhiben algunos trajes de danzas coahuileñas como la de matlachin, de la pluma, la contradanza y el jarabe pateño. Al salir hay que visitar la tienda del museo y animarse a comprar una de estas coloridas artesanías.
A pesar de la importancia y el simbolismo que guarda el hilado de un sarape ya son casi nulos los talleres que se dedican a esta labranza. Por este motivo, y para dar impulso a este arte, en 2009 se inauguró la Escuela del Sarape La favorita, en el edificio que antes ocupara la antigua fábrica del mismo nombre. Dentro de sus instalaciones se brinda la carrera técnica de Formación de Maestro Obrajero, avalada por la SEP, consta de dos años de estudios. Con ella se busca capacitar a los alumnos en los pasos necesarios para lograr una pieza de calidad. Entre las materias que imparte están Historia del Sarape, Teoría del Color y del Diseño, Tejido de Bastidor, así como Urdimbre y Tejido de Telar. La escuela brinda los materiales necesarios.
El Museo del Desierto reúne numerosos aspectos como paleontología, biología, geología, antropología e historia. A través de estas áreas de conocimiento se explora este ecosistema con el fin de hacer comprender al visitante cada una de sus características, y que así valore y respete esta riqueza que se encuentra en una parte importante de Coahuila. La magia comienza desde el inicio con un gigantesco fósil de amonites que recibe en el vestíbulo del primer pabellón, a partir de ahí la historia geológica de la tierra se presenta. Se explican los distintos tipos de desierto y sus características. Para continuar con lo que todos quieren ver: fósiles de dinosaurios. Sin duda, la estrella principal es el esqueleto del Tiranosaurio Rex, pero otros fósiles como un ictiosaurio, un kritosaurio o el velafrons coahuilensis, mejor conocido como Pico de Pato, también comparten, junto a muchos otros, la fama en esta sala. El segundo pabellón está dedicado a los primeros antepasados del hombre en la tierra y a su evolución hasta llegar a los primeros pobladores del desierto coahuilense hace unos 12 mil años. Se presentan algunas rocas con petrograbados traídas de Narihua, también algunos enseres como petates y sandalias utilizados por los antiguos habitantes, mismos que fueron hallados en excavaciones arqueológicas. Un tercer pabellón aborda el tema de la fauna nativa de Coahuila, incluida la que vivió durante la edad de hielo, por medio de la cual se busca hacer conciencia sobre la importancia de preservar las especies animales. Más adelante una cúpula reproduce el ecosistema de Coahuila hace 70 millones de años, transportando al visitante al ambiente en el cual vivieron los dinosaurios, aquí hay algunas especies de plantas consideradas fósiles vivientes. Enseguida, en el herpetario, se observan distintas especies de reptiles provenientes principalmente de México y de varias regiones del mundo. Al final, se puede disfrutar de la alegre presencia de los perritos de la pradera, unos pequeños y ágiles habitantes del museo quienes junto con una pareja de osos forman parte de la colección de especies vivas de este museo, que resulta ser un imprescindible de Saltillo y del noreste de México.
En el Parque de las Maravillas se puede tomar un descanso. En el lugar hay juegos infantiles y bancas techadas con mesas. Se trata de un agradable espacio para la convivencia familiar. Se puede llegar desde la explanada del museo o acceder por la calle Carlos Abedrop Dávila y Eje 3.
Otro espacio verde de gran tradición, al sur de Saltillo, es el Parque Ecológico el Chapulín, el cual resulta muy adecuado para hacer ejercicio y acudir con los pequeños a su área de juego. En el lugar hay jardines: uno está dedicado a las cactáceas y otro, con una interesante colección de hierbas medicinales y de olor. En el jardín de los antepasados se reproducen pinturas rupestres. Los fines de semana se presentan diversos eventos culturales en su foro al aire libre.
Para seguir disfrutando de las áreas verdes de la ciudad, el Gran Bosque Urbano es la opción. Se trata de un excelente lugar para ejercitarse, incluso para llevar a los chiquillos en bicilceta, triciclo o patines, pues cuenta con espacios adecuados para ello. Bajo la sombra de sus pinos y fresnos bien se pueden pasar horas platicando tranquilamente con los amigos; el lago artificial da la oportunidad de esperar los bellos atardeceres.
Para terminar de conocer Saltillo no puede faltar un paseo por el bulevar Francisco Coss que divide la zona centro de la ciudad de la norte y en el cual se encuentran diversos edificios de cantera rosa. La mayoría de ellos son recintos de gobierno pero vale la pena echarles un vistazo. El recorrido comienza en la intersección del bulevar Coss y Xicoténcatl, aquí se puede conocer el Teatro de la Ciudad Fernando Soler, cuya fachada de estilo clásico remata con un frontón triangular, en cuyo centro destaca la imagen de la diosa griega Ceres, señora de la agricultura y la abundancia, rodeada de vides y niños con canastos, haciendo alegoría a las fértiles tierras de Coahuila. En su vestíbulo se aprecian murales dedicados a las musas griegas. Se inauguró en 1979. Continuando hacia el poniente se halla el Palacio del Congreso, construcción sobria y de altas columnas, sede del poder legislativo local. Más adelante, por la misma acera, se encuentra el Palacio Municipal, le sigue la Biblioteca Pública Central y al final se alza el Palacio de Justicia.