Con el cambio de siglo, del XVIII al XIX, culmina una de las mejores épocas de la ciudad, arquitectónicamente hablando.
En octubre de 1800, con la dedicación de este santuario, terminó literalmente los años barrocos en San Luis.
Tanto en la fachada, como en las torres (que por cierto son las más altas de la ciudad), se entremezclan los estilos del decadente barroco y el neoclásico ya en apogeo.