Dentro de sus cortas dimensiones, el estado de Tlaxcala conserva varios y excelentes templos, tanto de arte virreinal mexicano como de arte del siglo XIX. Originalmente su capital estuvo formada por cuatro barrios o señoríos, que después de la conquista se unieron y asentaron. En 1524 los franciscanos fundaron en ese lugar uno de sus primeros conventos, que probablemente sirvió como patrón para las posteriores edificaciones novohispanas de este tipo. El templo está cubierto con un magnífico alfarje, el más importante de nuestro país, bellamente tallado.
Al trazar la ciudad se dejó un espacio libre destinado a la Plaza Mayor o Armada, que hoy, bajo la sombra de frondosos árboles, está enmarcada por tres de sus lados con portalería del siglo XVI, y por el otro, con el Palacio de Gobierno.
Del siglo XVIII son el templo parroquial y el Santuario de Ocotlán, este último, especialmente el camarín, obra excepcional del arte barroco mexicano.
Tlaxcala también cuenta con un magnífico teatro del siglo XIX que con el tiempo ha sido modificado. Además existen interesantes edificios franciscanos y del clero secular en otras poblaciones del estado. Así sucede con el templo conventual de la ciudad de Huamantla y con los retablos dorados, especialmente el mayor, de Tepeyanco, todos del siglo XVIII. De esta centuria son las interesantes portadas del Santuario de Nuestra Señora de la Caridad y la del templo parroquial, hecho de cantera en un sobrio barroco y con esculturas de alabastro (tecali u ónix). En Tizatlán aún queda la amplia capilla abierta con sus muros decorados, aunque está semioculta por un templo posterior. El templo y convento de Atlihuetzía, aunque deteriorados, tienen una capilla abierta que se encuentra casi completa. Cercano se ubica el templo parroquial, del siglo XVIII, con sus retablos y un óleo de la época que representa el sufrimiento de los Niños Mártires de Tlaxcala en el siglo XVI. El claustro de Calpulalpan, a su vez, es de dos plantas y uno de los pocos adintelados.
En otras poblaciones del estado podemos apreciar templos de los siglos XVII y XVIII principalmente, que sin haber sido construidos por frailes, resultan notables muestras del barroco de esa época. Santa Inés Zacatelco y San Dionisio Yauhquemecan poseen tanto interesantes portadas en cantera como magníficos retablos. El santuario de San Miguel del Milagro ostenta un relieve de alabastro en su portada y en el interior, un raro púlpito cuya cátedra es un bimbo chino de principios del siglo XVII. Este acervo artístico nos hace una invitación irrenunciable y pronta a aceptar, para visitar Tlaxcala.