Antaño existió un pueblo de piedra, desbordante de plata, capaz de hacer un largo túnel como ostentación de poder. También hubo otro de piedra, saqueado por la bola, casi fantasmal, con perros salvajes y ancianos que aguardaban la muerte. Uno adonde acudían los jóvenes temerarios que buscaban respuestas, y otro que se coloreaba con los huicholes y con quienes gustaban estudiar su mística. Nosotros estuvimos en todos ellos, y es que Real de Catorce es un poblado con rostro de piedra y sabor a chabuco.
Detrás del Panteón Antiguo de San Francisco se encuentra la Capilla de Guadalupe que erigieron los franciscanos en 1770. El interior de la capilla es sobrio; en el suelo están las criptas de algunos principales del pueblo y en las paredes hay pinturas decimonónicas. Pero su espacio más importante es el vacío: ahí estuvo San Francisco de Asís, a quien llevaron a otra parroquia para su veneración.
Actualmente hay 1,300 habitantes en Real de Catorce. Un siglo antes, cuando lo visitó Porfirio Díaz y cuando se inauguró el Túnel Ogarrio, lo habitaron 18,000 personas. De esos tiempos son la Arena de Toros y elPalenque de Gallos, que aún hablan de una opulencia que terminó con la Revolución.
Durante décadas este Pueblo Mágico estuvo desierto, apenas con ancianos y familias. Hasta los años setenta empezó a repoblarse, gracias al turismo que venía en busca del peyote. No había hoteles, sólo casitas que alquilaban cuartos y fondas modestas con menús caseros. Pronto se agregaron otros viajeros, que le han dado diversidad al pueblo: extranjeros que buscan pueblos secretos, peregrinos que veneran a Panchito, los huicholes y sus artesanías, poetas y bohemios.
A Real de Catorce hay que caminarlo por sus barrios: Charquillas, Las Tuzas, el Centro. En la Parroquia de la Purísima Concepción está San Francisco de Asís, también llamado “Panchito” o “El Charrito”, por su corona de latón que semeja un sombrero. Es una figura articulada, por lo que a lo largo del tiempo se le ha visto acostado o parado. Ahora lo sientan dentro de una vitrina y cada octubre estrena un atuendo. En un salón adyacente a la nave principal podrás encontrar infinidad de exvotos.
El Centro Cultural Casa de Moneda hacia 1863 acuñó monedas para el país. En su tiempo fue la tercera casa más importante en México; actualmente funciona como museo. Ahí se encuentran los dos extremos de la originalidad turística de Real de Catorce: los Catorce Reales, un grupo de adultos mayores que conviven con los turistas y cuentan historias del pueblo antiguo, y los Guardianes del Real, niños que también hacen labor de apoyo a los viajeros. Ellos cuentan dos versiones del legendario Jergas, el temible personaje que en las noches merodea por las minas y, cuando encuentra a un incauto, lo amedrenta y lo lleva cargando a un lugar inaccesible. Pese al susto, El Jergas es apreciado: en el sitio donde deja a su víctima seguramente hay una gran veta de plata.
En Real de Catorce se puede tomar las camionetas willys, que hacen la ruta por la sierra. Aunque se ven viejas y descoyuntadas, tienen años de experiencia y saben transitar el camino escarpado hacia el valle. Este rumbo era el único antes del Túnel de Ogarrio, lo que hacía a Real de Catorce prácticamente inaccesible, por este camino angosto, es fácil ver el precipicio y sentir vértigo.
El nombre completo de este Pueblo Mágico es Real de Minas de la Limpia Concepción de Guadalupe de los Álamos de Catorce, y el término catorce proviene de una banda de ladrones que robaban en los caminos y, al ser aprehendidos y ahorcados, sumaron catorce ejecutados. No hay que confundir Real de Catorce con Los Catorce, una pequeña ranchería que apenas junta a sesenta familias, ni con Estación Catorce, donde llegaban los trenes con los peregrinos que visitaban a Panchito.
La Hacienda Socavón de la Purísima es una hacienda minera de plata del año 1885. Una corona real en lo alto de su torre cuenta de su gloria perdida.
Llegando al desierto está el sitio del codiciado hikuri, que crece bajo unos arbustos ariscos que lo defienden de los profanos. En el fondo se puede apreciar el Cerro del Quemado, que los huicholes llaman Wirikuta. Es su principal centro ceremonial y a él llegan grupos desde Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas; algunos todavía caminan durante 13 a 25 días, hacen ayunos de sal y toman pocos líquidos. El peyote les ayuda a ser ligeros e inhibir el hambre. Para ellos es un alimento sagrado que les ayuda a su purificación.
Uno puede cabalgar con los Caballerangos del Real, que son un grupo de jinetes que ofrecen una excursión al Wirikuta para observar la región desde su cima. La ruta completa dura alrededor de tres horas y se pasa por las ruinas de la Mina de San Agustín. Una vez en la falda del Wirikuta hay que subir una vereda a pie hasta el lugar sagrado, donde nació Tau, el Sol, a quien se festeja con canciones y bailes.
Imperdible:
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Escuchar las leyendas e historias que cuentan los Catorce Reales y los Guardianes del Real.
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Adentrarse en los barrios, descubriendo sus detalles.
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Subir a Wirikuta para sentir el misticismo de la zona.
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Disfrutar de los platillos tradicionales, como el asado de novia, la gallina a los nueve vinos, las enchiladas potosinas, y las gorditas de huitlacoche y flor de calabaza, acompañados de agua de tuna roja o atole de guayaba.
Cómo Llegar:
Desde Zacatecas tomar la carretera 54 rumbo a Saltillo. En el entronque de San Tiburcio dar vuelta a la derecha y continuar hasta Real de Catorce, siguiendo los señalamientos.
Desde San Luis Potosí tomar la carretera 57 rumbo a Saltillo y después de Matehuala desviarse a la izquierda por la carretera que va a Cedral. Pasando el pueblo hay que seguir por el camino empedrado que conduce a Real de Catorce.
Festividades:
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El Festival de Ogarrio del 27 de marzo al 2 de abril, en el que los catorceños usan ropa del siglo XIX para celebrar el túnel que se inauguró en 1901.
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Las fiestas en honor a San Francisco de Asís en los primeros días de octubre, con miles de peregrinos.
Información Turística:
Secretaría de Turismo Municipal.
Coronel Mercau 605, San Luis Potosí.
Teléfono: (265) 647 6078