Las islas han inspirado grandes novelas y cuentos; son materia prima de sueños y aparecen siempre, entre la neblina, en los grandes relatos de la humanidad. México es un país rico en islas, donde habitan especies raras, se manifiestan formas de vida que han desaparecido de las zonas continentales y se refugian y reproducen aves marinas, focas, delfines, ballenas y leones marinos.
Algunas de las islas mexicanas se formaron por deriva continental, como las Islas Marías, y otras por emersión volcánica, como las Revillagigedo. Las islas de deriva suelen ser más ricas debido a que ya contaban con flora y fauna cuando se separaron de la plataforma continental. En ellas existen, por ejemplo, los anfibios, que no podrían habitar en el otro tipo de isla porque no sobreviven en aguas saladas.
Las islas de emersión, como las Revillagigedo, son verdaderos laboratorios de evolución tanto vegetal como animal. Carentes de vida en el momento de su formación, a ellas sólo pueden acceder organismos que se dispersan por el aire a grandes distancias, como las esporas de hongos, musgos y helechos, arañas y ácaros, aves, murciélagos y semillas que éstos llevan en sus excrementos; o bien formas de vida que se dispersan en el agua del mar o que flotan sobre troncos hasta sus costas. Por lo anterior, casi todas las especies insulares evolucionan formando variedades propias y aisladas, que resultan únicas en cada isla y que, además, son inmensamente frágiles ante los cambios que trae consigo la presencia humana.