La riqueza de la Ciudad de México se devela lentamente en sus barrios. Aunque los puntos más emblemáticos de la metrópoli (como el Paseo de la Reforma o el Centro Histórico) impactan por su monumentalidad, es en el corazón de los barrios donde se aprecian con más sabor los pormenores de la vida social y familiar de los capitalinos.
Rincones, fuentes, casonas, callejones y capillas hablan a detalle de las actividades comerciales y costumbres de sus pobladores, dando testimonio de sus creencias, sus excentricidades y desde luego su pasado.
Recorrer estos barrios significa encontrarse con magníficos lugares donde la majestuosidad de la gran ciudad ha permitido que florezcan pequeños restaurantes, museos escondidos y plazas donde los niños aún disfrutan de los juegos y los adultos de un buen o un café, lugares donde el tiempo transcurre con más calma y donde todavía prevalecen las fiestas tradicionales que desde hace siglos identifican y unen a sus habitantes. Aunque casi todos estos barrios hoy están conurbados con la ciudad, conservan su ambiente plácido y una marcada identidad, lo que los hace pequeños oasis de cultura y tradición dentro de la gran urbe.
Para conservar la riqueza de estos lugares mágicos, a principios de 2011 y por iniciativa de la Secretaría de Turismo del Distrito Federal, se lanzó oficialmente el programa “Barrios Mágicos Turísticos de la Ciudad de México”, que con la participación de Sectur Federal, han certificado al día de hoy 21 barrios, que en conjunto con sus habitantes y prestadores de servicio locales, han trabajado de la mano para ofrecer mejores opciones de cultura, recreación, hospitalidad y gastronomía a sus visitantes.