El noroeste de Baja California posee valles en donde crecen vides y árboles de olivo. Los kumiai lo habitaban, pero los misioneros españoles fueron los que instauraron aquí la tradición vinícola que siglos más tarde continuarían los molokanes, una secta pacifista de Rusia.
En la actualidad es un espacio abierto al enoturismo y ecoturismo, en donde se pueden encontrar restaurantes campestres y hoteles boutique, museos y comunidades nativas.
En el siglo XVIIIlos jesuitas dieron comienzo al desarrollo de la vitivinicultura en el norte de Baja California. Gracias a su ubicación geográfica, el clima y el suelo rico en nutrientes pudieron hacer el vino con el que celebraban misas. Después los dominicos convirtieron algunas de sus misiones en asentamientos importantes dentro de la ruta del vino como la Misión de San vicente Ferrer, la Misión de Santo Tomás de Aquino y la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe.
En el Valle de Santo Tomás establecieron, en 1888, la primera vinícola Francisco Andonegui y Miguel Ormart en Baja California. En 1920 los molokanes empezaron a cultivar la vid para consumo familiar y después de manera comercial. En la vinícola de David Bibayoff aún existen algunos de esos viñedos trabajados por los que aquí llegaron escapando del zar Nicolás II.
En los años 50’s ya existían cerca de doce vitivinícolas en Baja California, además de Bodegas de Santo Tomás, Bodegas Miramar, Bodegas Terrasola y Bodegas Urbiñón también elaboraban vino en los valles de Ensenada. Las siguientes dos décadas sirvieron para que las grandes empresas, como Casa Pedro Domeq y L.A. Cetto, se consolidaran en el Valle de Guadalupe. En los suelos de Baja California se encuentra el 90 por ciento de la producción nacional de vino.
En Tecate crecen vides, ahí se pueden encontrar los viñedos de Rosa de Castilla, Rancho Ciénega Redonda y San Valentín, uno de los pioneros en la industria vinícola del estado. También hay viñedos camino a Ensenada, por la carretera federal 3, en el Valle de Tanamá y el Valle de las Palmas.