No existe mejor símbolo para identificar a Guadalajara que su Catedral Metropolitana.
La construcción de la catedral fue terminada en 1618 pero se ha encontrado en constante remodelación debido al gusto de cada autoridad eclesiástica que ha regido en ella.
Los singulares pináculos estilo neogótico que rematan se concluyeron en la década de 1850, fueron construidos tras el derrumbe de las torres originales a causa de un sismo.
El templo se encuentra dedicado a la Virgen de la Asunción, sin embargo en su interior también alberga una capilla para la veneración a la Virgen de Guadalupe y al Señor de las Aguas, una imagen de Jesús crucificado que, de acuerdo al relato fue rescatada luego de una severa inundación.
La Catedral de Guadalajara se encuentra compuesta por una amalgama de estilos arquitectónicos que refleja el devenir de las modas, lo mismo se aprecian nervaduras góticas en sus bóvedas que detalles de inspiración morisca, como ocurre en el frontón con almenas de su fachada principal.
Cuando visites la Basílica Menor de Guadalajara solicita un permiso especial para conocer la Sacristía, ya que resguarda una verdadera joya del arte pictórico español: La Purísima Concepción, elaborada por el genial artista sevillano Bartolomé Esteban Murillo.
Conoce la Rotonda de los Jalicienses Ilustres. “Jalisco a sus hijos esclarecidos” es la frase con la que este sitio rinde honor a los y las jalicienses que más han destacado en los ámbitos político, social, artístico, humanista y científico.
Construida en el año de 1952, la rotonda se encuentra compuesta por 17 columnas de estilo dórico, un pebetero central y un centenar de nichos. 22 estatuas de bronce completan el complejo, y entre los rostros de metal se puede encontrar el reconocido artista Gerardo Murillo “Doctor Atl”, famoso por sus pinturas de volcanes, al escritor y académico Juan José Arreola, a Valentín Gómez Farías, presidente de México en el siglo XIX, y a los próceres de la Independencia Rita Pérez y a su esposo Pedro Moreno.
Otro sitio que no te puedes perder al visitar la capital tapatía es el Templo Expiatorio del Santísimo Sacramento, considerada una de las muestras mejor consumadas del estilo neogótico en todo México. El templo llama la atención por sus altas torres y pináculos, así como el cuidado puesto en sus ornamentos.
A pesar de contar con un aspecto medieval, esta joya de Guadalajara apenas cuenta con poco más de cien años, ya que su construcción se inició a finales del siglo XIX de acuerdo a los planos trazados por el arquitecto italiano Adamo Boari, quien también diseñara el Palacio de Bellas Artes y la Quinta Casa de Correos de la Ciudad de México. Debido a la Revolución Mexicana, su conclusión se retrasó casi 60 años, siendo hasta 1972 cuando se terminara por completo.
Al final de la plaza Tapatía se encuentra el Hospicio Cabañas. Un bello edificio trazado y construido por el arquitecto español Manuel Tolsá en 1805. En sus inicios, la estructura se encontraba destinada a alojar un albergue para huérfanos, en la actualidad funciona como sede del Instituto Cultural Cabañas, uno de los organismos culturales más importantes del estado.
El Hospicio Cabañas por fuera luce un sobrio estilo neoclásico, mientras que en su interior, el rasgo más llamativo son sus 57 murales pintados por José Clemente Orozco. Las raíces indígenas de México, la Conquista española, los beneficios de la industria y la explotación obrera, son algunos de los temas plasmados en estas explosivas y bellas composiciones.
Destaca el segmento llamado El hombre en llamas, ya que debido a su trazo genial y al hecho de estar plasmado dentro de la bóveda central, produce en el espectador el efecto de un movimiento de 360 grados.