La vida cotidiana de los mayas giraba en torno del conocimiento del somos, de donde provenían sus deidades, su mitología y sus ceremonias.
Todos estos elementos daban cohesión al pueblo y eran la fuente de donde provenían los argumentos con que explicaban sus acontecimientos diarios.
En base a ellos erigían sus templos y planeaban la agricultura, su principal actividad económica. Los mayas concebían el mundo como una triplicidad integrada por el cielo, la tierra y el inframundo. El cielo se componía de trece niveles escalonados con siete peldaños ascendentes y siete descendentes.
El inframundo poseía siete niveles, también dispuestos en forma escalonada, pero en plano descendente. Cada uno de los planos, a su vez, se dividía en cuatro rumbos o regiones y un centro, y en cada uno se levantaba una enorme ceiba, el árbol sagrado de los mayas que elevaba su copa hacia los trece cielos y hundía sus raíces en los nueve niveles del inframundo.