En esta “casa de piedra”, como se le conoce al pueblo de Tecali, comienza la excursión. A lo largo de este camino se exploran dos puntos que hacen de este municipio de Puebla, digno de recibir tu visita.
En la plaza central donde se encuentra en pie, una de las ruinas más fascinantes de todo México. Se le conoce como el Ex Convento, que data del siglo XVI. Según la descripción geográfica de Tecali, elaborada por el padre Ponce en 1585, señala que sus cimientos comenzaron desde 1579, aunque el guía asegura que no hay otros documentos que testifiquen la teoría a ciencia cierta.
El caso es que este monumento, por absurdo que parezca, jamás se concluyó. Resulta que después de la conquista, Hernán Cortés se dedicó a repartir territorio y decidió que este lugar le correspondía a los franciscanos, por aquello de la evangelización, pues la zona estaba habitada por comunidades prehispánicas, principalmente chichimecas.
La congregación religiosa consideró una buena idea crear un templo de dimensiones mayúsculas, algo así como para “apantallar” a todo el país y para dar de qué hablar entre la sociedad de la Nueva España.
Según cuenta la historia, el diseño se le atribuye al mismo arquitecto que trazó el plano de la Catedral Metropolitana: Claudio de Areiniega. Esto fue la motivación para levantar columnas, arcos, un altar, una fachada con una sola torre y hasta frescos para su decoración que aún dejan su rastro.
Precisamente en su fachada se ubican los arcos dentados, que son una especie de pirámides que la arquitectura usaba como adornos. Estos se intercalan con conchas marinas representativas de la Guadalupana y del Apóstol Santiago.

